Cuzco, una célebre ciudad antigua de Perú, es uno de los diez emplazamientos históricos más famosos del mundo. Machu Picchu es el emplazamiento histórico más célebre de los indígenas de América, que también se llama “La Ciudad Perdida de los Incas”. Está construida sobre una montaña abrupta, a una altitud de 3.800 metros. Las preguntas respecto al modo de cómo los antiguos indígenas de América transportaban las gigantes piedras hacia el alto de la gran montaña, todavía surgen.
Hulia, una madre indígena, vive en un bello pueblo de la "ciudad perdida", rodeada de montañas. Nació y creció aquí. Cada año, cuidadosamente plantó el maíz y condujo el rebaño y las ovejas. Sin embargo, el maíz que plantó nunca creció bien debido a la pobreza del suelo y al clima seco y frío de la meseta. Hulia y su marido tuvieron una vida muy dura. Hasta sus 4 hijos tuvieron que dejar su ciudad natal, uno por uno, para ir a otros lugares para sobrevivir. Durante sus 81 años, Hulia tuvo muchas enfermedades que le hicieron sufrir mucho. Lo más triste es que había perdido el oído de las dos orejas en una noche. Cada día, Hulia se puso en la entrada de la primera puerta y escudriñó el bosque profundo y verde y las montañas ondeantes. Enjugó sin cesar las lágrimas con sus manos endurecidas por el trabajo y esperó ver a sus hijos volver a casa.
Un día, uno de sus hijos finalmente volvió a casa. La madre le miró y al ver que estaba bien de salud, le preguntó asombrada cómo se había curado de su grave problema de la espina dorsal. Mirando fijamente a su madre, que no podía oír y cuya cara estaba cubierta de arrugas profundas, su hijo lloró. Llevó a su madre afuera sobre la hierba y le enseñó los 5 ejercicios de Falun Gong y solemnemente le transmitió el libro de Falun Gong. Cuando Hulia abrió la primera plana de Falun Gong y vio la foto del Maestro, derramó unas lágrimas. Apretó Falun Gong sobre su pecho y miró el cielo con los labios temblorosos. No podía expresar sus sentimientos en aquel momento.
Así, Hulia dijo hasta la vista a su ciudad natal, donde había vivido ochenta y un años y se vino a Lima, la capital de Perú. Un fin de semana soleado, la gente vio a una vieja india con su hijo llegar al sitio de los ejercicios de Falun Gong. Cuando la agradable música de ejercicios de Falun Gong comenzó a sonar, la madre supo que su viaje de cultivación había comenzado. Después de haber practicado los ejercicios y visto las 9 conferencias del Maestro, al día siguiente le dolían y le picaban sus oídos, luego, su mundo magnífico dejó de ser silencioso porque podía escuchar de nuevo. Una vez más, sus lágrimas fluyeron sin cesar. No podía expresar hasta qué punto ella estaba agradecida al Maestro, que le dio una segunda vida. Ahora, estudia los libros de Falun Dafa durante más de 5 horas al día, sin necesidad de gafas. Hay una foto del Maestro sobre la pared de su habitación. Cada día, se pone delante de la foto del Maestro y le mira tranquilamente un momento y luego le dice despacio: "¡Gracias! ¡Maestro!"
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