Somos creados por Dafa

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Mi participación en la conferencia de Nueva York marcaba mi sexto viaje este año a Estados Unidos y era la tercera vez que esclarecía la verdad sobre Falun Dafa en Manhattan.

Olvidé llevar conmigo la carta de invitación enviada por la Conferencia de la Ley. Cuando llegué a la aduana, antes de tomar el vuelo hacia Nueva York, me llevaron a una oficina donde una joven policía me interrogó. Me planteó cuestiones preliminares y luego abordó el tema de mi renta mensual. No le respondí inmediatamente. Luego me preguntó: “¿cuánto le costó su billete de avión para Estados Unidos?”. Le dije que me costó entre 500 y 600 dólares. Entonces me pidió una explicación sobre los seis viajes que había realizado este año a Estados Unidos.

Le dije que mi primer viaje fue para participar en una representación artística para el nuevo año chino. Mi segundo viaje guardaba relación con las actividades de protesta que concernían al antiguo dirigente chino Jiang Zemin, que dirigió la persecución contra Falun Gong en China. Mi tercer viaje... antes de terminar la frase me interrumpió diciendo:¿quién le pagó? Me quedé sorprendida por esta pregunta. Enseguida le respondí: ” todos los gastos los he pagado yo, por supuesto”. Miró mi pasaporte y me dijo con voz severa: “mientras usted no aclare los verdaderos motivos de sus visitas a Estados Unidos, no abandonará esta oficina”. Entonces se levantó y salió. Al instante pensé: “hago la cosa más recta. El Maestro está conmigo y nadie puede detenerme”. Comencé a enviar pensamientos rectos.

Pensé que no era una coincidencia si había venido aquí. Los practicantes de Falun Dafa tienen el deber de esclarecer los hechos al público. Saqué la documentación para esclarecer la verdad sobre los hechos así como VCD de mi bolso y encendí mi cámara de fotos numérica para encontrar fotos de práctica de grupo a gran escala y fotos de exposiciones antitorturas. Cerca de 20 minutos más tarde, la policía volvió y me preguntó en un tono grave: “¿puede usted responderme?”

Mirando hacia ella le dije: “he venido seis veces a Estados Unidos para apoyar las manifestaciones pacíficas sobre la situación de los derechos humanos en China. Soy una practicante de Falun Gong. Al igual que numerosos practicantes en Estados Unidos y resto del mundo, simplemente quiero decir a la gente lo que pasa en China. Falun Gong es una práctica de cinco series de ejercicios y enseña los principios de Verdad - Benevolencia - Tolerancia. Los practicantes presentaron la práctica en más de sesenta países. Desde que el ex presidente chino Jiang Zemin comenzó la represión hace cinco años, más de 1.000 personas han muerto en la persecución y un gran número de practicantes están siendo torturados en prisión. Vinimos aquí para ayudar a la gente a que conozca mejor los hechos y para pedir a la gente que tiene buen corazón, su apoyo para terminar esta persecución.

“¿Quién le paga?”, volvió a preguntar. Le respondí de nuevo: “yo misma por supuesto”. Y me dijo: “esto es inconcebible. ¿Cómo podría creer en usted?”. Entonces le miré a los ojos y le dije: “sí, para muchos, esto es inconcebible. Pero cuando usted ha oído que en China cada día, los practicantes de Falun Gong mueren a consecuencia de la tortura por negarse a abandonar sus creencias y que muchos otros viven en el dolor y la miseria, ¿qué voy a escoger, el dinero o la vida?”. Estaba llena de emoción y las lágrimas fluyeron en mi cara. Había un silencio sepulcral en la sala. Nadie dijo una palabra. Todo el mundo me miraba.

Levanté de repente la cabeza y miré el reloj sobre la pared. Eran las 14h 45. Faltaban sólo quince minutos para la salida del avión a Nueva York. Me levanté y dije: “estoy muy afligida, pero debo irme”. La policía tomó mi pasaporte y estampó dos sellos. Luego me dijo con una voz grave: ”supongo que no va a tener bastante tiempo, quizás podría...”. ”¡Gracias!”. Le tendí la mano para decirle hasta la vista y le di la documentación de clarificación de la verdad sobre Falun Dafa. ”Espero que recibamos también el apoyo por su parte”. Cuando corrí al mostrador principal, quedaba sólo un minuto para el despegue del avión. ”¿Esto es posible?” Presenté mi billete. La empleada localizó mi vuelo en el terminal de ordenador y sonrió: “ha tenido suerte. El vuelo ha sido retrasado una hora y diez minutos”.

Cuando llegué a la puerta de embarque, todavía estaba excitada. Me di cuenta hasta qué punto nosotros somos diferentes de otros. Somos creados por Dafa.

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