Amaneció el día y después de enviar nuestros pensamientos de rectitud, salí del hotel donde nos alojábamos, en el barrio Chino y mientras me dirigía hacia una cafetería cercana, me crucé con dos errantes que caminaban por allí. Los dos me solicitaron dinero pero sin prestarles atención continué mi camino. Debo decirles que vestía mi camiseta amarilla de Falun Dafa. Ni siquiera me había alejado tres pasos, cuando uno de ellos dijo: ¡Hey! ¿Qué es Falun Dafa?. Esa pregunta sacudió mi alma. En ese instante el Maestro aclaró mi falta de compasión. Un errante estaba interesado en Falun Gong y yo le había sido indiferente. Sentí que el corazón me palpitaba en forma muy especial. ¿Qué podría decirle a este ser carente de todo? De inmediato pensé, por supuesto que él merece ser salvado y entregarle mi atención.
Al dirigirme hacia esos dos vagabundos pude notar que quien me hizo la pregunta estaba sobrio, mentalmente claro y sereno, mientras que el otro se encontraba drogado o embriagado. Comencé diciéndoles que Falun Dafa es un sistema de cultivación para el mejoramiento de mente y cuerpo, que elimina el estrés, cura las enfermedades, aclara nuestra mente, nos da sabiduría para reconocer nuestros errores al igual que la fuerza de voluntad para eliminar hábitos y apegos cuando practicamos Verdad, Compasión y Tolerancia y cinco juegos de ejercicios. Aquel que me hizo la pregunta abrió sus ojos y con entusiasmo replicó: ¡¡Yo necesito de eso!!... ¿Quién puede ayudarme aquí en Washington? ¿a quién debo dirigirme? Le contesté que yo era un visitante pero que en aquel hotel a unos diez pasos de donde estábamos, tan pronto vea a alguien vestido como yo le ayudaría, o que se acercara al encuentro que íbamos a tener frente al Capitolio más tarde durante el día.
Al despedirse, me tomó la mano en forma tal que para mí fue una demostración de esperanza y fe. Le sonreí con agradecimiento porque me había dado una lección. Después de habernos despedido, nuevamente me solicitó que les ofreciera una moneda. Saqué de mi bolsillo dos monedas y al ponerlas en sus manos, en pensamiento de todo corazón les dije, Falun Dafa les entregará los billetes más valiosos que jamás hayan imaginado y cambiará sus vidas en verdadera riqueza para el alma, la mente y el corazón.
Luego, a través de la ventana, mientras bebía mi café miraba a la gente que se dirigía a sus rutinas diarias. Muy dentro de mí daba vueltas la experiencia que había obtenido de aquellos desvalidos. De pronto, ¡cuál mi sorpresa!, Aquel errante que me había hecho la pregunta llevaba consigo, apretando junto a su pecho, unas cuantas hojas volantes de Falun Gong y a gritos llamaba a otro errante que estaba no muy lejos de él, para ofrecerle la esperanza de recuperación que él había encontrado para su corazón. No lo pude evitar, en aquel momento asomaron en mis ojos un par de lágrimas de alegría y gratitud.
Seguramente el encuentro entre aquel errante y yo, a los dos nos ofrecía una nueva esperanza para continuar nuestro camino hacia algo superior y a lo más alto de nuestras esperanzas. Es mi deseo que esta sea una relación predestinada para que él también algún día no lejano, pueda ofrecer lo mejor de sí propagando la Ley, esclareciendo la Verdad y salvando a otros.
Gracias,
mil gracias Maestro por esta nueva oportunidad que me ofreciste y también por lograr compartir esta experiencia que lleva mis deseos para que cada practicante del mundo, intensifique en sí los principios de tu Ley y para que nos acerquemos a todos los errantes a ofrecerles aquella salvación que nos brindas y que ahora la llevamos profundo dentro de nuestro ser.
¿Acaso no todos nosotros somos los errantes de cuántas vidas pasadas? ¿Acaso Falun Gong no es la esperanza y encuentro con nuestra salvación?
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