La Bolsa de Nueva York (NYSE) es un lugar atareado y tiene una influencia muy grande sobre la economía mundial. A causa de la amenaza del terrorismo, la bolsa de NY se convirtió en uno de los lugares más vigilados de la tierra y la atmósfera que reina allí jamás es distendida. Sin embargo, al otro lado de la calle sucedió una serena escena. Algunos practicantes de Falun Gong de la costa oeste hacían una demostración de los ejercicios y hacían saber a los transeúntes que practicantes inocentes son perseguidos en China.
Varias historias interesantes
Por una practicante de Washington
Este fin de semana, volvimos al mismo emplazamiento para aclarar la verdad al igual que la semana pasada. Era la misma plaza y sin embargo, encontramos muchas caras nuevas. Tan pronto como comenzamos la exposición antitortura, muchas personas se pararon para mirar y firmaron de buena gana las peticiones. A veces 4 ó 5 personas hacían cola con el fin de firmar la petición. Desgraciadamente no teníamos cámara de fotos y pudimos inmortalizar estos preciosos instantes. Durante los acontecimientos de este fin de semana, pasaron varias historias emocionantes que nos gustaría compartir con los lectores.
Tres visitas de un solo hombre
El sábado, Franck vino a firmar la petición de apoyo a Falun Gong. Le pregunté si había leído los folletos de Falun Gong. Respondió que sí y añadió que incluso había conseguido la música de Falun Dafa. Dijo que se emocionó hasta las lágrimas escuchando la música y el dolor que tenía en el hombro había desaparecido de modo sorprendente. Trabajaba en una empresa y su trabajo consiste en formar a la gente. A veces quedaba agotado cuando la gente no seguía sus instrucciones. Sin embargo, tan pronto como pensaba en Falun Dafa, lograba calmarse. También quería aprender los ejercicios. Le di los números de teléfono de ciertos contactos en Nueva York y le recomendé llevarles algunos documentos a sus colegas. ¡Dijo "¡OK!"
Después del mediodía, cuando alguien se levantó de la mesa de firmas, alcé la cabeza y vi a Franck de nuevo. Su expresión era verdaderamente diferente de la de otros; había en él una calma que se encontraba en general en los practicantes. Sonreímos los dos. Me dijo que no le quedaban más documentos y que había venido a buscar más. Le pregunté si había podido ponerse en contacto con los practicantes de Nueva York. Dijo que sí, pero que nadie estaba disponible para responder a sus llamadas. Le recomendé comprar una copia de Falun Gong porque el libro explicaba cómo practicar. ¡Respondió "OK!"
Al día siguiente le llamé para plantearle ciertas preguntas, pero no respondió al teléfono y me olvidé del asunto. Alrededor de las 18h, en el momento en que íbamos a dejar Washington DC, de repente reapareció. Estuve muy contento de verlo de nuevo. Dijo que había recibido mi mensaje. Le pregunté cómo había pensado hablar de Falun Gong y comprendí bastante rápidamente que su historia podría ayudarnos a comprender a los habitantes de Manhattan. He aquí su historia:
Es afro americano y su familia es muy pobre. Comparado con su hermano y sus hermanas fue afortunado, ya que es el único que ha podido acabar sus estudios. Comenzó a trabajar a los 11 años para ayudar a su familia. Hoy tiene 20 años. Aunque es muy joven, está muy estresado y tiene dolores en el hombro. Un día, durante una pausa, navegó por Internet en busca de un buen método de relajación. Encontró Falun Gong. De hecho tuvo la oportunidad de tener entre sus manos un folleto de Falun Gong, pero sólo le había echado una ojeada para luego apartarlo. Pensó en este folleto, pero no pudo leerlo entero en seguida. Algunos días más tarde recibió de nuevo documentos de Falun Gong y esta vez decidió leerlos atentamente. Luego pasó la historia que conté más arriba. Me dijo que la música Pudu lo había conmovido hasta las lágrimas y había curado sus dolores en el hombro. La noche anterior miró el VCD de clarificación de la verdad y descubrió cómo comprar los libros de Falun Gong. Cuando me contaba su historia estaba muy tranquilo. Varios compañeros de práctica oyeron su historia y uno de ellos le regaló su copia de Falun Gong. Le dije que no escribiera sobre el libro, que lo leyera de una tirada de principio a fin y que me llamara cuando lo acabara. Dijo que leía muy rápidamente. Viendo la seriedad con la que hablaba del libro, preguntó si podía prestárselo a sus amigos. Dije: "Por supuesto”. Le comenté que mi marido vendría a Nueva York el fin de semana próximo y que podía llamarme para que pudiéramos enseñarle los ejercicios en la plaza.
Una profesora dijo que hablaría de Falun Gong a sus estudiantes chinos.
Una señora mayor me preguntó que pasaba, señalando con el dedo las fotos y le hablé de la persecución. Agarró mi mano solemnemente y dijo: "Hábleme mirándome a los ojos". Comprendí que tenía miedo de no comprender todo porque mi inglés no era muy bueno. Hablé menos rápido y le conté pronunciando cada palabra cómo la gente es perseguida en China porque tratan de seguir los principios de "Verdad, Compasión y Tolerancia". Cuando lo comprendió, dijo que la persecución era horrible y me pidió cuatro folletos. Me dijo que era profesora de inglés y que se lo enseñaba a los chinos. Dijo que hablaría de Falun Gong con sus alumnos chinos.
Comprar un ordenador hoy
Encontramos a un señor de unos cuarenta años que nos apoyó después de que le explicáramos los hechos. Nos dijo que ya tenía un VCD, pero que no pudo verlo en su aparato DVD. Un practicante le preguntó si lo había probado en su ordenador y entonces dijo justamente que iba a comprar un ordenador hoy y le mostró al practicante el cheque. Cuando supo que este practicante había recobrado la salud gracias a la práctica de Falun Gong, quedó impaciente por aprender los ejercicios de Falun Gong.
Disipar los malentendidos
Varios jóvenes pasaron cerca de nuestro lugar de exposición y nos dijeron que nuestra presencia les alteraba. Entonces, un practicante les habló y explicó que estábamos allí para exponer a la gente la persecución de Falun Gong que se lleva a cabo en China. Cuando comprendieron nuestro fin, dijeron a los practicantes que nos ayudarían a hablar de esto. Uno de ellos le pidió a un practicante que le enseñara a pronunciar “Falun Gong" y "Jiang". Dijo que hablaría a la gente de la verdad sobre Falun Gong y la persecución.
Por supuesto encontramos a ciertas personas que no nos comprendían. Por ejemplo, algunos pensaban que estábamos en Manhattan desde hacía muchísimo tiempo y que esto había trastornado su vida. Por supuesto todo tipo de personas viven en Manhattan. Podemos, sin duda alguna, hacer lo mejor posible para disipar los malentendidos y transformarlos en algo mejor. Podemos aprovechar la ocasión de esclarecer los hechos cuando una persona viene a quejarse. Podemos tratar de ocupar menos espacio en nuestras exposiciones, al igual que hacer un esfuerzo para no bloquear a los transeúntes incluso cuando les hablamos. Podemos pedir a los practicantes altos sostener las banderas para no molestar a los peatones. Si en cada instante pensamos en otros, nuestra compasión disipará ciertamente los malentendidos.
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