Una vez, cuando el emperador Yu, fundador de la Dinastía Xia, salió con el fin de inspeccionar su reino, vio a un ladrón que era escoltado para ser castigado. Ordenó detener su carruaje y preguntó: "¿Qué crimen ha cometido?"
Los guardias respondieron: "Robó trigo y arroz y se entregó. Lo llevamos al lugar de castigo.”
Yu se bajó del coche, se acercó al criminal y le preguntó: "¿Por qué has robado?"
El ladrón estaba frente a un personaje tan importante que, asustado, bajó la cabeza y no dijo nada. Yu no se enfadó y continuó hablándole mientras soltaba unas lágrimas. Los funcionarios que lo acompañaban no lo podían comprender y uno de ellos le preguntó: "Esta persona robó a otro y debe ser castigada. ¿Por qué Su Majestad tiene tanta pena y lagrimea?"
Yu dijo: "No lloro por él sino por mi. Cuando Yao y Shun eran Emperadores, todos los ciudadanos seguían sus corazones y los estándares morales. Ahora yo soy el Emperador, pero el pueblo no sigue mi estándar moral y comete delitos como éste e hiere a los demás. ¡Además, me siento verdaderamente miserable!".
El emperador Yu pidió una hoja y escribió: "Cuando los ciudadanos cometen delitos, es culpa mía." Acto seguido ordenó a los guardias que liberaran al ladrón.
El emperador Yu es uno de los emperadores legendarios de la historia de China. Su hecho más notable es que tuvo que controlar una inundación monstruosa.
Versión en chino disponible en: http://www.zhengjian.org/zj/articles/2006/10/10/40389.html
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